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Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad

El Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (en adelante TDAH) es un trastorno crónico característico por su sintomatología de carácter heterogénea y que según el DSM-5, incluye síntomas relacionados con la inatención, la hiperactividad e impulsividad. Con elevada tendencia al sobrediagnóstico del trastorno en nuestro país, tiende a disponer una alta prevalencia entre la población infanto-juvenil, con un elevado impacto psicosocial en los ambientes del paciente diagnosticado y alta comorbilidad con otros trastornos mentales (Comeche & Vallejo, 2016). 

Características del trastorno

Algunos datos esenciales:

El TDAH dispone de un extenso volumen de investigación, cuya motivación proviene de la necesidad de diagnóstico por parte de pacientes afectados (y sus seres queridos) así como la búsqueda de tratamientos adecuados. No obstante, es importante señalar que, a pesar de las intensas búsquedas por parte de profesionales de diversos ámbitos, no se tiene constancia en la actualidad de marcadores específicos del trastorno, siendo los tratamientos muy limitados (Comeche & Vallejo, 2016).

En estos momentos, el TDAH es considerado por el DSM-5 un trastorno del neurodesarrollo que incluye ciertos déficits en el desarrollo del paciente que provocan disfunciones en términos psicosociales. A pesar de que su diagnóstico se ha centrado inicialmente en niños y adolescentes, el DSM-5 parece haber sido más transgresor y haber dejado incluir el diagnóstico en población adulta, niveles de gravedad o incluso el diagnóstico de un trastorno espectro autista con carácter comórbido.

En niños y adolescentes, el TDAH se manifiesta como un trastorno crónico manifestado a partir de síntomas diversos de inatención, hiperactividad o impulsividad que no pueden ser explicados por otros trastornos y que, a su vez, provocan problemas psicosociales en al menos dos contextos diferenciados (como el hogar familiar y la escuela), teniendo en cuenta los últimos 6 meses previos a la evaluación. En adultos y adolescentes a partir de 17 años, el diagnóstico es similar, aunque se rebaja el número mínimo de síntomas de diagnóstico a cinco.

La dificultad del diagnóstico:

Es evidente que para el diagnóstico, el profesional clínico o sanitario revisa de datos diversos de fuentes variadas (progenitores, familia, pareja, escuela...) dependiendo de la edad del paciente, obteniéndose gracias a una entrevista clínica pormenorizada e instrumentos de screening o de valoración que cambian dependiendo de si la evaluación se realiza a un paciente niño, adolescente o adulto. Indicadores adicionales pueden ser problemas en el rendimiento escolar o laboral, una tendencia a la irritación o la baja tolerancia a la frustración, pero tales datos han de contrastarse debidamente para realizar un diagnóstico clínico lo más veraz posible. La presentación de un síntoma o característica puede ser un indicativo, pero será la gravedad o intensidad del síntoma quien, junto a otros criterios y datos relevantes, determine un posible diagnóstico.

La prevalencia en la población:

A pesar de lo anterior, la prevalencia del TDAH asciende al 5% en población infanto-juvenil, mientras que en adultos oscila en torno al 2,5% (APA, 2013). En España, algunos datos reflejan cifras en niños en torno al 7% (Catalá-López et al., 2013), con especial prevalencia en presentación combinada (presentación conjunta de inatención e hiperactividad), pero todavía existen debates sobre el tema, dejándose por aclarar cuestiones como la prevalencia o diferencias respecto el sexo y edad. Un ejemplo interesante en dicho sentido es el estudio de Biederman et al. (2011), el cual afirma que las niñas evolucionan favorablemente en términos de inatención a lo largo de la edad, mejorando en el 62% de los casos, mientras que los niños, al ser adolescentes, pueden sufrir otros trastornos comórbidos (ansioso-depresivos o trastornos de la personalidad).

Una de las certezas a las que parece haberse llegado es que los niños y niñas hiperactivos (que presentan dicha característica) tienen a remitir la hiperactividad con el paso del tiempo, aunque en general los problemas de inatención (en aquellas personas que los sufran) tienden a permanecer con el tiempo, mostrándose problemas de organización, gestión y distribución de tareas en el ámbito académico, laboral y familiar.

Comorbilidad del trastorno:

En cuanto a comorbilidad, una persona con TDAH aumenta la probabilidad de sufrir otros trastornos. El manual de diagnóstico diferencial de First (2015) menciona que el trastorno negativista desafiante, el trastorno explosivo intermitente, los trastornos de conducta, los trastornos específicos del lenguaje, el trastorno del espectro autista, los trastornos de ansiedad, el trastorno depresivo mayor, el trastorno bipolar y ciertos trastornos de personalidad (antisocial, límite y narcisista), son los más comunes en cualquier diagnóstico diferencial exhaustivo. No hay que olvidar que la evaluación de un posible paciente con TDAH también ha de valorar si el paciente puede ser diagnóstico con el rasgo de personalidad de altas capacidades.

¿Y el tratamiento?

En cuanto a los tratamientos disponibles más eficaces para el TDAH destacan unos pocos con eficacia demostrada: El tratamiento psicofarmacológico, la terapia cognitivo-conductual y el neurofeedback.

Por un lado el tratamiento con fármacos ha de ser prescrito por el profesional médico pertinente, quien ha de valorar la idoneidad de tal tratamiento por los efectos secundarios de los fármacos estrella en el tratamiento del TDAH: Los psicoestimulantes (especialmente metilfenidato o atomoxetina). No todo el mundo está de acuerdo en su prescripción ni tampoco son aplicables a todos los pacientes por distintas razones clínicas, de edad (por ejemplo, no está indicado a menores de cinco años) o razones familiares. Además, este tratamiento suele complementarse con terapia cognitivo-conductual para fomentar, en el futuro, la eliminación o reducción de los psicofármacos que correspondan, según el caso.

Respecto la terapia cognitivo-conductual, es la que tiene mayor evidencia empírica en el tratamiento del TDAH, ya sea incluyendo entrenamientos dirigidos a progenitores o iguales (compañeros) o intervenciones cognitivo-conductuales con el menor o adulto, especialmente en términos de organización de las tareas correspondientes. En la actualidad, el tratamiento cognitivo (sin involucrar conductas) está siendo estudiando y ha sido establecido como tratamiento experimental. Por otra parte, los entrenamientos en habilidades sociales no parecen funcionar en dichos pacientes (Comeche & Vallejo, 2013).

¿Por qué parecen funcionar las terapias cognitivo-conductuales? Generalmente por la promoción de hábitos de vida más saludables, mejores métodos de organización, gestión y distribución, una mejora de comunicación en el entorno familiar y una disminución de problemas de carácter conductual. Por todo ello y en combinación con tratamientos psicofarmacológicos, parece que el paciente puede llevar una vida más normalizada.

Por otra parte, el neurofeedback se está estudiando en la actualidad como tratamiento experimental. Basado en el registro de la actividad electroencefalográfica del cerebro, la meta del procedimiento es modificar o introducir ciertos patrones individualizados. Los resultados parecen evidenciar una disminución de la sintomatología en términos de inatención e hiperactividad, así como de la ingesta de fármacos (Monastra el al., 2002).

Bibliografía:

American Psychiatric Association (2013). Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders (5ª Ed.). Washington DC: American Psychiatric Publishing.

 

Biederman, J., Pretty, C. R., Clarke, A., Lomedico, A. & Faraone, S. V. (2011). Predictors of Persistent ADHD: An 11-year Follow-up Study. Journal of Psychiatric Research, 45(2): 150-155. doi:10.1016/j.jpsychires.2010.06.009.

Catalá-López, F., Ridao, M., Sanfélix-Gimeno, G. & Peiró, S. (2013). Coste-efectividad del tratamiento farmacológico del trastorno por déficit de atención e hiperactividad en niños y adolescentes: síntesis cualitativa de la evidencia científica. Revista de Psiquiatría y Salud Mental, 6: 168-177. http://dx.doi.org/10.1016/j.rpsm.2012.12.002.

Comeche, M. I. & Vallejo, M. Á. (2013). Manual de Terapia de Conducta en la infancia (3ª Ed.). Madrid: Editorial Dykynson.

First, M. B. (2015). Manual de Diagnóstico Diferencial. Madrid: Editorial Médica Panamericana.

Monastra, V. J., Monastra, D. M. & George, S. (2002). The effects of stimulant therapy, EEG biofeedback, and parenting style on the primary symptoms of attention-deficit/hyperactivity disorder. Applied Psychophysiology and Biofeedback, 27: 231-249.

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