Trastorno de estrés agudo y trastorno de estrés postraumático
Bibliografía recomendada:
Adler, D. A., Possemato, K., Mavandadi, S., et al. (2011). Psychiatric status and work performance of veterans of Operations Enduring Freedom and Iraqi Freedom. Psyquiatric Service. 62(1), 39-41.
Bryant, R. A., Friedman, M. J., Spiegel, D. et al. (2011). A review of acute stress disorder in DSM-5. Depress Anxiety, 28(9), 802-17.
Davis, L. I., Leon, A. C., Toscano, R., et al. (2012). A randomized controlled trial of supported employment among veterans with posttraumatic stress disorder. Psychiatric Service, 63(5), 464-70.
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¿De qué trata el trastorno de estrés agudo?
El trastorno de estrés agudo es una reacción normal del organismo ante un estímulo excepcional que ocurre en nuestra vida cotidiana. Se trata de un trastorno transitorio que pone en marcha nuestras estrategias de afrontamiento habituales, sobrepasándolas en el proceso, provocando de manera consecuente una sintomatología específica especialmente grave.
Este trastorno, al ser transitorio, puede desaparecer al cabo de las horas e incluso a los días después de haber pasado por un episodio traumático. No obstante, has de tener en cuenta que este trastorno puede aparecer en el período de 6 semanas desde el suceso traumático.
Aunque algunos autores consideran que el trastorno es normal y se debe sobre todo a amenazas físicas, lo cierto es que su prolongación en el tiempo puede dar lugar al llamado trastorno de estrés postraumático, siendo su principal precursor. También es posible confundirlo con el trastorno de adaptación.
La aparición del trastorno de estrés agudo puede ocurrir en cualquier edad y sexo, aunque tiene mayor porcentaje de aparición en mujeres que hayan sufrido abuso físico o sexual o hayan participado en asaltos de tipo criminal. En hombres también es frecuente, especialmente en aquellos que hayan participado en eventos traumáticos como combates y atentados.
¿Y el trastorno de estrés postraumático?
A diferencia del trastorno de estrés agudo, es un trastorno crónico que puede desarrollar síntomas muy graves. Su causa puede deberse a hechos traumáticos o a complicaciones respecto al trastorno de estrés agudo. Los síntomas han de durar más de un mes y se necesita ayuda médica/psicológica para su tratamiento, puesto que los síntomas no remiten por sí solos.
La aparición o prevalencia de este trastorno depende de variables socioculturales (por ejemplo, un territorio en situación de guerra tendrá un mayor volumen de personas afectadas por trastorno de estrés postraumático). Aunque de acuerdo a algunas fuentes la mayor parte de las personas se recuperan de los hechos traumáticos, un elevado porcentaje (35%) desarrollará este trastorno, especialmente prevalente en mujeres (Universidad Autónoma de Barcelona, 2021).
Principales síntomas del trastorno de estrés agudo:
1º) Sobreactivación (ansiedad): Mayor irritabilidad, problemas de sueño (insomnio, despertar temprano, hipersomnoliencia...), hipervigilancia, sobrerreactividad a estímulos del entorno, nerviosismo, taquicardia, etc.
2º) Reexperimentación: Pensamientos intrusivos sobre el hecho traumático, imágenes (flashbacks), pesadillas con contenido relacionado. Este contenido tiene una elevada carga emocional.
3º) Conductas de huida o evitación (especialmente de situaciones parecidas a las del hecho traumático o situaciones sociales en general).
4º) Embotamiento afectivo (anestesia emocional).
5º) Disociación: Desapego de seres queridos, amnesia, desrealización (sensación de irrealidad), despersonalización (no me siento yo mismo, me siento como si fuera una tercera persona que me viera desde fuera), etc.
6º) Deterioro psicosocial.
Principales síntomas del TEPT:
En general:
1º) Reexperimentación del hecho traumático acontecido (por ejemplo, en el que nuestra vida o la integridad de nuestros seres queridos se vea amenazada). Esta reexperimentación es intrusiva, especialmente con pensamientos e imágenes intrusivos o pesadillas con contenido relacionado.
2º) Sobreactivación del organismo (dicho de otra forma, nos sentimos alerta o ansiosos en todo momento).
3º) Afectación de nuestra vida cotidiana. Se produce deterioro en nuestras relaciones sociales, en nuestro trabajo o escuela, etc.
Específicamente, se diferencia del trastorno de estrés agudo en que los síntomas son mucho más graves y producen mayor deterioro en la vida del paciente. Por ejemplo, no hablamos de episodios de irritabilidad transitorios, sino de episodios de cólera. Tampoco de pequeños pensamientos intrusivos sobre el hecho traumático, sino de verdaderos flashbacks que producen una revivencia del trauma por parte del sujeto afectado, con el correspondiente impacto emocional.
El incremento de la gravedad de la sintomatología produce, por un lado, la aparición de otros síntomas añadidos, como el deterioro de la concentración o el aislamiento social; por otro lado, la persona sufre a nivel emocional enormemente, por lo que es necesaria la intervención profesional.
¿Y cómo se puede salir de ello?
Los tratamientos basados en psicoterapia cognitivo-conductual (por ejemplo, basada en el trauma) o el EMDR disponen de suficiente evidencia empírica por parte de la ciencia para tratar eficazmente la sintomatología de estos trastornos.
En casos graves, es frecuente utilizar psicofármacos como antidepresivos, ansiolíticos o estabilizadores del estado de ánimo.
Generalmente, el tratamiento del trastorno de estrés agudo y del trastorno por estrés postraumático son eficaces y tienen éxito en pacientes con diferentes traumas psicológicos.
Si padeces alguno de estos trastornos, no dejes pasar la oportunidad de mejorar tu calidad de vida y ponerte en contacto con profesionales médicos/psicólogos para su tratamiento.